lunes, 10 de noviembre de 2008

Yo no quiero volverme tan Loco



"Yo no quiero volverme tan Loco", es una canción de Charly García que me erizaba la piel hace 5 años. En ese entonces yo era un idealista pelucón que creía que esa canción celebraba la alegría y en general la plenitud de la vida. En parte era cierto, pero también aún me faltaba mucho por entender. Ocurre que cuando eres "chibolo" piensas que puedes alcanzar, que puedes abarcar todo. Hablas con muchísima soltura sobre diferentes temas, de los que no conoces más que la superficie, tan solo unos indicios. Así vas creciendo, vas cometiendo errores y otra gente los comete contigo. Vas conociendo otras personas, otras culturas, otros ámbitos. Vas tocando, viendo, cambiando bastante. Lo que pasa con la mayoría de personas es que su mundo empieza a cerrarse, a limitarse y te vuelves más selectivo. Vas enfocando mejor tu atención y por lo tanto conoces más a profundidad acerca de ciertas cosas, así como también encontrándoles una función y un sentido. De esta manera empiezas a trazar y definir tu camino. Bueno, a mí eso no me pasó. Yo traté de asimilar todas mis experiencias a través de un lente idealista y absoluto. Todas las aquellas personas que conocí, aquellos lugares que visité y aquellas instuticiones por las que me paseé fueron vistas de ese modo. Las cosas no calzaban y me empecé a cuestionar. No entendía por qué las revoluciones fracasaron en todo el mundo, por qué existía la miseria, por qué la indiferencia, el sufrimiento, el egoísmo, la negligencia, el abuso, el racismo, la ignorancia y la injusticia. Por qué estaba todo mal y nadie movía un dedo por cambiar. Era cierto. TODO era una mentira. Pues cualquier conclusión que yo sacara quería aplicarla a toda persona, en cualquier momento y de manera permanente. Quería TODA la verdad, en TODO momento. La presión por respuestas era enorme y lo único que veía era negro. Esta intolerancia ante la diferencia me hizo experimentar serios episodios de paranoia, depresión y soledad. Es curioso, pero no recuerdo el día, ni las circunstancias, lo cierto es que repentinamente se me vinieron a la mente las empanadas, el cielo, el Pato Donald, los abrazos, los árboles, los volantines, las violetas, los besos, los amigos, los cambios, las lágrimas, Proust y Van Gogh, los sacos y las corbatas, las miradas, la crema de afeitar, las tortugas, la Coca Cola, los chanchitos de tierra, las sonrisas, los botones, el vino, la luna, las almohadas, las manos y el cine. Todo un torbellino de cosas simples que disfrutaba, que me encantaban y que integraban ese mundo que aborrecía y del que me sentía tan lejano. Ahí entendí que intentar encontrarle un sentido a TODO me llevaría a la confusión, a la frustración y finalmente a la locura. También entendí que soy tan solo una PARTE del mundo y como PARTE de él tengo una visión parcial de éste. Una visión que definitivamente nunca podría abarcar TODO, pero que sí puede expresarse y hacerse entender de manera clara y sincera. Pienso que es esa toma de conciencia lo que me anima a reabrir este blog. Sé que tengo mucho que decir y que no quiero perderme más en mi floro. Ya no quiero comprender todo y volverme tan loco. Hoy al único que quiero comprender es a mí. Y eso es TODO.

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