jueves, 18 de diciembre de 2008

Quemado


“It's awfully considerate of you to think of me here
and I'm much obliged to you for making it clear
that I'm not here”

Syd Barrett


“Cuanta ciudad,
cuanta sed
y tú un hombre solo”

Luis Alberto Spinetta

Un sonido estremece la piel y te envuelve en impresiones sinestésicas. No sabes que es, pero te alegras. Te sientes tan vivo. Una simple palabra encierra múltiples significados. Quieres saltar, quitarte el polo, expresar tantas cosas a la vez. Todo es tan brillante y tan flexible que no lo puedes creer. Bienvenido a tu mente. Solo puedo decirte que has comenzado un viaje maravilloso, pero también peligroso. La soledad es el boleto de entrada a este laberinto infinito.

Te miras al espejo y te reconoces. Conversas contigo un rato sin abrir los labios. Te ríes de la emoción y te abrazas. Nunca pensaste en que ibas a experimentar esto alguna vez. Sales a la calle y sientes que estás en otro mundo. Lo primero que te llama la atención es el cielo. No entiendes que hace arriba tuyo. No entiendes de donde salió. Poco a poco te vas familiarizando con el color, con las nubes y con la forma en conjunto. Lo que más te sorprende es la forma. Te preguntas si es redonda, si tiene límites, o incluso si es una forma. Te sientas y te quedas observándolo hasta el anochecer, maravillado de los cambios que se suceden en tan poco tiempo. Posteriormente te das cuenta que todo el mundo organiza su día, mejor dicho su vida entera, en función a los cambios que ocurren allá arriba.

Algo ha pasado, definitivamente. Los sentimientos se multiplican, las verdades se entrelazan. Las formas, los colores, las texturas se hacen más intensos y los misterios empiezan a develarse poco a poco. Puedes ver cuadros, escuchar música, leer durante horas. Estás asombrado de no cansarte. Es más, disfrutas los instantes, saboreas los segundos. La curiosidad se ha intensificado increíblemente. Todo es maravilloso y todo merece ser descubierto por ti. Estás convencido que hasta las cosas más simples encierran los secretos más extraordinarios. De un momento a otro, animales extraños hacen su aparición. Pavo reales, leopardos, zorrillos, canguros, koalas, osos hormigueros, manatíes, ornitorrincos. Puedes verlos en su hábitat natural, que puede ser la sala de tu casa. Tu imaginación no tiene límites… las figuras no tienen más líneas.

Y así vas ampliando tu horizonte. Es más, todo se torna horizontal. Eres el dueño de tu tiempo y de tu espacio. Es tu casa y es tu reloj. La claridad con la que piensas te sorprende y crees que es momento de distinguir las cosas de todo ese torbellino de sensaciones que llevas dentro. Al comienzo, no puedes definir que es lo que más te gusta porque todo es estimulante. Finalmente, decides que lo que más te llama la atención son las historias. Descubres los libros. Esos pequeños objetos que encierran universos fascinantes que quedarán grabados en tu mente para siempre.

Te sumerges en los intrincados laberintos de Borges, disfrutas de los personajes de Cortázar, te estremecen los oscuros relatos de Poe, te quedas cojudo con la inteligencia del Padre Brown, abrazas la soledad de Nietzsche, te angustia la vida del melancólico Proust, comprendes el absurdo de Kafka, aprendes de los conflictos existenciales de Hesse, te adentras en el mundo subterráneo de Burroughs, recorres las postales barranquinas de Martín Adán, te alegra la inocencia de Luchito Hernández y te desosiega el pesimismo apocalíptico de McCarthy.

La sonoridad de las palabras, la perfección que encerraba cada párrafo. Cada historia era un viaje, una travesía de la que tu mente no tenía control. Son las respuestas a las preguntas que nunca te habías planteado en tu vida. Te sientes iluminado y afortunado. Llegas a una conclusión: tu misión es transmitirle al mundo tu verdad con la misma intensidad con la que estás sintiendo.

Hablas con tus amigos, pero al parecer no le toman mucha importancia a lo que dices. Emocionado, les cuentas acerca de tus revelaciones, la claridad, la iluminación, pero la respuesta que recibes es común, trivial y hasta forzada. Inmediatamente te cambian el tema. No tengo ganas de pensar, te dicen. No comprendes si es que no te diste a entender bien o si no tienen la capacidad de entenderte.

Hablas con tu familia y ellos tampoco parecen comprender que digamos. Tú hablas del poder de las ideas y de las palabras, de sueños, de cambio, de revolución. Ellos te dicen que si bien son ciertas las cosas de las que hablas, los cambios son inviables en el mundo real. Les exiges razones y ellos te responden que es así y que ha sido así desde siempre. Evidentemente, esa respuesta te deja desilusionado e insatisfecho.

Por otro lado, te descubres en un camino que no quieres seguir. Trabajas en un sitio donde te está prohibido hablar acerca de tus sentimientos, de tus revelaciones, de tus inquietudes. La ciudad en la que vives tampoco es muy alentadora. Pareciera que todos organizan su vida al margen de la auténtica búsqueda del conocimiento. La ciudad funciona tan diferente a los libros. En los libros solo tienes que concentrarte y entras. La sociedad te plantea, mejor dicho, te impone reglas, preceptos, principios que se contradicen con lo que piensas. Hay gente que te dice que NO. Hay gente que te dice que estás equivocado. Y todavía gente que ha leído menos que tú, gente que se esfuerza menos que tú o gente que ni siquiera tiene las mismas preocupaciones que tú. Más bien pareciera que sólo cumplen con la pesada obligación de existir. Tienen los ojos cerrados y la boca parchada. No encuentras nada realmente estimulante en el frío cemento, salvo los vagabundos, los locos o los niños que trabajan en la calle, los únicos que realmente están vivos.

No comprendes de donde proviene esa indiferencia y esa negatividad. Llegas a la conclusión de que si alcanzaste este conocimiento por ti mismo y a tu manera, puedes incrementarlo y pulirlo en soledad. La interferencia y el ruido social solo perturban tu armonía. No necesitas del resto para expresarte auténticamente.

Ya no te provoca salir a la calle porque estás seguro que poco o nada encontrarás de interesante. Más bien encontrarás incomprensión, mezquindad e ignorancia, y que eso de nada te servirá. En todo caso si sales, no puede ser a un solo sitio o con una sola persona. Tiene que moverte el piso, impresionarte, colmar tus ambiciosas expectativas. La realidad tiene que superar a la ficción, te repites constantemente, a pesar de que no sientes lo que estás diciendo.

Es tan cierto lo que lees y tan cierto lo que escribes que refuerzas la idea de que la mayoría de la gente está totalmente equivocada. Cada vez que hablas con ellos reafirmas tu convicción de que siguen en el mismo camino rutinario. Solo piensan en trabajo y dinero. Te alucinas Kafka al alejarte de esa vida absurda e insignificante. El único que tiene las respuestas porque las busca incesantemente, eres tú. Sentirte en el camino correcto te da fuerzas y te impulsa seguir adelante. Cada día es distinto al otro. Cada día trae una verdad nueva y piensas que no hay nada mejor que eso.

Sin embargo, hay días grises y un poco tristes. Te dices que es parte de la soledad. Todos los hombres que realmente trascendieron pasaron por esa etapa en su vida. Hay experiencias que efectivamente son dolorosas y que preferiríamos evitar, pero es parte de la vida. La vida no es fácil, te dices. ¿pero realmente la estás viviendo?, te preguntas un buen día. Pues si, efectivamente has tenido amigos. Efectivamente, te has divertido. Efectivamente, te has enamorado. Efectivamente, tienes una profesión. Efectivamente, has explorado en ti. Pero, alguna vez ¿has contrastado tu verdad con la de otros? Alguna vez has escuchado realmente a alguien? Te ha hecho pensar que podrías estar equivocado o al menos algunas de las cosas en las que piensas podrían formularse de otro modo?

Pensaba que esas eran las dudas de una persona débil e insegura. Uno tiene que aprender a sobrellevar su soledad, como decía Nietzsche. Aunque Nietzsche murió solo y loco, sin acordarse de nada de lo que escribió. Además, es un personaje de otra época. Sin embargo, los tiempos pueden cambiar, pero la esencia de los hombres se mantiene, o no?

No sé en qué momento el mundo se volvió incomprensible. Mis amigos me hablaban de dinero, de trabajo, de sexo por sexo; y yo no entendía nada. Yo quería saber de idealismo, de romanticismo, de sueños que se vuelven realidad. Por otro lado, la vulgaridad y la ignorancia me sacaban de quicio. Algunos me decían que no debía ser tan literal, que no debía tomarme las cosas en serio y que debía flexibilizar mis ideas. Para mi eso era cobardía, mediocridad e hipocresía. No podía traicionarme a mí mismo. El verdadero hombre es quien crea sus propias experiencias y se las impone al mundo. Eso era lo que quería y si el resto no entendía eso, pues que se jodan.

Cada día era más irritante que el otro. Me dolía la cabeza. Me ardía el estómago. No podía pensar, ni escribir bien. Lo poco que hacía, lo hacía con desgano. Los libros no me decían nada y la música sonaba igual que siempre. Solo me provocaba echarme en la cama y "reflexionar". La luz parecía extinguirse. ¿Qué me estaba pasando? ¿Qué me estaba faltando? No sabía que proyectaba o si estaba proyectando algo. Cada vez que conversaba con otra persona era insoportable. No podía aguantar más de cinco minutos sin cuestionar la situación y a quien estaba al frente. La desconexión era total. Las mujeres, los amigos, la familia, el trabajo, el mundo entero me eran desesperantemente ajenos. Todo lo que pensaba no tenía relación con la situación que estaba viviendo y sentía que ya no tenía nada que decir. Tenía miedo. Desconocía cada día más.

Añoraba los tiempos en que vivía despreocupado. Sin cuestionar al mundo, en el que tenía una relación natural con éste. Extrañaba a mis amigos. Extrañaba el cariño de mis viejos. Sentía nostalgia por los antiguos amores. Me lamentaba por las oportunidades perdidas. Me di cuenta de que eran más de las que yo pensaba, incluso más que los libros que había leído hasta entonces.

Un día miré en el espejo y me asusté. Vi un flaco despeinado, angustiado y de mirada apagada. ¡Qué figura más desprolija! Tenía puesta mi ropa, que estaba más gastada de lo que recordaba. Parecía que quería hablar, le di permiso y empezó con las preguntas: ¿Qué es ser auténtico? ¿Promocionarse es venderse? ¿Es lícito venderse? ¿Puedo pasar encima del resto para lograr lo que quiero? ¿Debo hacerlo? ¿Debo moverme? ¿Debo hablar? ¿Debo matar? ¿Me estaré contradiciendo? ¿Por qué me miran así? ¿Acaso lo que estoy diciendo no está claro? ¿Por qué esto ya no me gusta? ¿Cambié yo o cambió el resto? ¿Dónde está el bien? ¿Dónde está el mal? ¿Quién tiene la culpa? ¿Donde está la trascendencia? ¿Pero si él fue bueno porqué le fue tan mal? ¿Donde está Dios? ¿Donde está la verdad? ¿Qué le pasó a la revolución? ¿Por qué ya nadie quiere cambiar el mundo? En qué piensan los jóvenes? ¿Qué es izquierda? ¿Qué es derecha? ¿Por qué no reaccionan? ¿Donde está la paz? ¿Dónde está la armonía? ¿Estaré perdiendo mi tiempo? ¿Me habré equivocado? ¿De los errores se aprende? ¿Por qué no soy realista? Pero la realidad no es también una idea? ¿O un sueño? Si escribo entendería mejor mis rollos? ¿Cambiaría algo? ¿Seré un buen profesional? ¿Qué es ser un buen profesional? ¿Necesitaré dinero? ¿El dinero es necesario? ¿Qué es el dinero? ¿Estoy seguro que esto es lo que quiero? ¿Dónde estoy? ¿Cuánto tiempo pasó? ¿Qué me perdí? ¿Quiénes son estos? ¿Me estaré esforzando lo suficiente? ¿Cuáles son mis límites? Tendré tiempo de responder todas estas preguntas? Al menos habré contestado alguna? Preguntarme tantas cosas me llevará a algo? ¿Cómo existe gente que vive sin cuestionarse nada? ¿Mis preguntas serán tontas? ¿Por qué no actúo de una vez? Y si actúo, dejaré de reflexionar? Me dejaré llevar y terminaré en un sitio que no quiero estar? ¿Dónde quiero estar? ¿Lo sabré algún día? Y si lo supiera sería exitoso? ¿Qué es el éxito? ¿Lo quiero? ¿Lo quiere ella? ¿Seré inseguro? ¿Seré débil? ¿Seré indiferente? ¿Seré sincero? ¿Estoy volando o estoy estancado? ¿Estaré loco o me estoy haciendo el imbécil? ¿Se me acabaron las excusas?

Estaba solo y confundido. Tanta claridad, tanto tiempo invertido en mi, tanta información acumulada, pero ninguna certeza. Como dije antes, encontré respuestas a preguntas que no me había planteado. Ese fue el error, si realmente fue un error. Tampoco sé si mi mente jugó conmigo o si yo jugué con ella. Y es que tengo muchos espacios en blanco. Aprender a pensar y afrontar mi presente podrían ayudarme a salir adelante, aunque tampoco estaba seguro de ello. De lo único que estaba seguro era que quien sentía y quien escribía (no importaba cómo y sobre qué) era YO. Y eso, fue más que suficiente.

martes, 2 de diciembre de 2008

Carta al Maestro


Hola flaco, ¿cómo andas? Me dicen que estás recuperándote poco a poco y que, según palabras tuyas, nunca te portaste tan bien en tu vida. No sabes cuánto me alegra escuchar eso. Me alegra que estés componiendo, que estés tocando, que estés tranquilo.

Sabes que escuché todos tus discos. Desde “Vida” hasta “Kill Gil” y todos son obras maestras. Todos destilan genialidad. En todos se nota una pasión por la música y una conexión contigo mismo desconcertante. Es lo que más me impresiona de ti. Para entenderte no necesitas conocer la historia argentina, ni tu biografía porque todo lo que sentías en el momento está plasmado de la manera más sincera en cada una de tus canciones. Canciones mágicas que me dejaron insomne, que cambiaron mi vida. Me hablaste de los dinosaurios, del aprendizaje, del idealismo, de la injusticia, de la guerra, del amor, de la soledad, de las mujeres, de la tristeza, de la ciudad, de la amistad, del cine, del paso del tiempo, del narcisismo y de los excesos. Y lo dijiste de tantas maneras. A través del folk-rock, a través del rock progresivo, del rock sinfónico, del rock psicodélico, del rock-pop, del rock duro. Siempre te tiraste a la pileta y lo experimentaste todo. ¿¿¿Qué te puedo decir??? Eras el artista completo, el más original y el más intenso de todos.

Poco a poco te volviste un ícono, un símbolo. Todo por ser el PRIMERO. Concitaste la atención de desconocidos y empezaste a rodearte de gente que no era la tuya. Empezaste a cargar con problemas que no eran tuyos. Empezaste a adquirir costumbres que te alejaron de ti. Los excesos no se detenían y llegaste un punto en que volcaste toda tu intensidad contra ti mismo. La verdad es que no sé como aguantaste tanto tiempo así, pero creo que puedo darte una idea. Fue la música lo que te mantuvo vivo. Ese arte maravilloso que derriba barreras. El arte que toda persona disfruta. El arte universal. Y fue tu talento, esa marca indeleble que llevas desde que naciste lo que te impulsó a seguir tocando, a seguir creando a pesar que tu cuerpo y tu mente no podían más.

Recuerdo cuando leí el reportaje que te hicieron en marzo de este año: http://www.rollingstone.com.ar/nota.asp?nota_id=1020573. Terminé de leerlo y me puse a llorar. Era la crónica gris de la desesperanza total del genio. Era Nietzche... era Van Gogh en pleno siglo XXI. No lo podía creer. Habías llevado al extremo tu cuerpo y tu mente; y sin embargo hablabas con tanta claridad acerca del presente. Estaba indignado. Como un ser tan maravilloso se había aislado tanto del mundo. Como a una persona así podía estar tan sola, como podías estar tan triste, tan desesperado. Alguien tenía que hacer algo. Al final, tú lo hiciste. Y sé que fue difícil. Más fácil para ti sería morirte y que te recuerden como mártir. Que recuerden tu pasado glorioso que ningún escándalo pudo borrar. Sin embargo, eres un luchador. Contra los que todos creían demostraste que creías en vivir. Que la vida está por sobre todas las cosas y que uno no puede renunciar a ella. Que uno debe luchar por ella. Que uno puede enfrentarse a los demonios (sobre todo los internos) y que puede vencerlos.

La vida es un misterio, Charly. Como dijiste alguna vez “no existe una escuela que enseñe a vivir”. Es cierto, por más que uno se esfuerce nunca podrá encontrar una verdad permanente y absoluta. Recuerda que el tiempo y las personas cambian, pero que las experiencias nunca se agotan. Y la mejor manera de aprovecharlas es asumirlas como propias. Creo que estás en ese proceso y espero que sigas por ese camino. No pienses en los discos, ni en los conciertos, ni en el futuro. Tranquilo nomás flaco, que poco a poco irás encontrándote contigo. Disfruta de tu paz y tu felicidad. Solo puedo desearte eso. Un abrazo,

Rodolfo.

P.D. Acabo de ver una foto tuya tocando con la gente que te acompañó a fines de los ‘80s y comienzos de los ‘90s (García López, Samalea, Quinteiro), pareciera que quieren juntarse de vuelta. También sé que estás tocando con Pedro, con Nito y con León, compañeros de ruta en diferentes momentos de tu vida. Me da gusto eso. Que estés recuperando a tus verdaderos amigos y de la mejor manera posible. A través de la música. Eso demuestra que la música y en general el arte están por encima del dinero, las drogas y la fama. Ahora no se dan cuenta, pero están dando una lección de idealismo en una época que realmente lo necesita. Una vez más, gracias maestro.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Vaciando Cajones



Un sábado gris y una idea fugaz. Es mediodía y vamos a ordenar el cuarto. Más que el cuarto, los cajones. Más que ordenar, desechar aquellas cosas que ocupan un espacio valioso. Normalmente una vez al año nos sorprendemos de la cantidad de objetos inútiles que hemos acumulado en tan poco tiempo. Y también es muy curioso como ciertos objetos a los que les concedimos un rincón especial pierden el brillo, el color y el sentido.

Lo que pasó este año fue raro. Para empezar me sorprendió la cantidad de desperdicios alimenticios que encontré. Habían caramelos (de limón y hoja de coca), mentitas, chocolates, pastillas, chicles y hasta azúcar suelta (¿?). Después de comerme lo que no había vencido me di cuenta de que este año no había acumulado tantos papeles como de costumbre. Supongo que se debe a que ya terminé mi carrera y la universidad no me hace gastar cincuenta soles mensuales en separatas. De todas formas tenía cinco cajones que reclamaban un nuevo orden y yo tenía que dárselo.

Un poco de música de fondo. Charly, Bowie, Beck y algo de salsa antigua para animar la tarde. Empecé con las separatas. Separatas que nunca había leído y que guardé pensando en leerlas algún día. Separatas que había leído y que suponía que volvería a leer. Separatas sobre temas que pensaba que algún día se volverían a cruzar en mi camino. Pues boté casi todas las separatas. No les encontraba ningún propósito presente ni futuro. Solo veía utilidad en los folders que las albergaban. Quedó libre un cajón. Seguí con los cuadernos. Tantos cuadernos plagados de anotaciones idealistas y confusas. Ni que decir de los apuntes de clase. Desconocía cualquier tipo de recuerdo mío escribiendo en esas hojas. También noté que ningono de los cuadernos estaba completo lo que me molestó un poco. Pensé en los árboles y en el reciclaje. Más espacio libre. Así fui hurgando y encontrando mucho más. Pilas, disquetes, revistas viejas, manuales de manejo, relojes malogrados, anteojos de medida descontinuada, plumones que no pintaban, recortes de noticias que pensé que algún día serían historia, pavas casi consumidas, entradas a conciertos, boletos de combi, fotos de viajes, fotos de amores, cartas de amores, cartas de amigos, tarjetas de cumpleaños.

Obviamente muchas de esas cosas no tenían significado alguno para mi. De ellas no fue problema deshacerse, pero habían otras que si lo habían tenido… y uno muy importante. Ahora las veía, las tocaba, las leía, pero no era lo mismo. Algo había cambiado. Reconocía la letra, reconocía los rostros, pero ya no me decían nada. Es más, parecían recuerdos de recuerdos. Me di cuenta que los objetos que había guardado con tanto celo, sorprendentemente habían perdido su valor. Sabía lo que tenía que hacer y poco a poco esos tesoros fueron abandonando el lugar privilegiado que habían ocupado durante años. Es cierto, no todos abandonaron los cajones, definitivamente los más especiales se quedaron… los que me ayudan a entender mi presente.

Es jodido, porque mientras miraba esas bolsas negras bien cerradas me sentía algo vacío y solitario. Sin embargo, en ese mismo momento irrumpieron en mi mente las dos únicas verdades del día. La primera es que los recuerdos no pueden reciclarse y la segunda es que tengo más espacio que nunca en mis cajones.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Ah si???


"... pero es que la nostalgia es así, agranda las cosas y les añade fuerza y color, volviéndolas casi agresivas con su carga latente de vida, de pérdida irreparable y de destino jamás alcanzado."

Alfredo Bryce Echenique


* Pues mi estimado bigotón solo puedo decirte:
¡¡¡ABAJO LA NOSTALGIA!!!
Y de taquito los amores rosados, ja!

viernes, 14 de noviembre de 2008

A ella



A ella. La que apareció una mañana de invierno. A ella que se hizo de rogar, pero al final terminó atracando con un flaco de peinado extraño que no tenía mucho que ofrecerle. Aún guardo tus cartas, cargadas de TQM inconfundibles. Aún recuerdo nuestras tardes tomando helados de una luca y conversando de nada. Y nunca olvidaré el 4 de octubre. Tú me enseñaste todo, bueno casi todo. Me enseñaste a amar, a abrazar, a besar, a sonreír, a llorar, a acariciar, a gozar, a cambiar, a saltar, a tomar siestas, a escuchar buena música, a ser conchudo, a cagarla. Pero sobre todo a disfrutar los buenos momentos y es que pasamos tantos que no podría escoger uno favorito, pero estoy seguro que ocurrió en una cama o en un sillón. Ella es la persona que más me ha querido en la vida. A ella, mi princesa y mi compañera ideal.

(…)

A ella. Mi amor a distancia. Nos conocimos en tierras platenses un día antes de dejarlas y la conexión fue instantánea. Nos dijimos todo lo que teníamos guardado sobre el mundo y de nosotros mismos. Y tus manos…. Y tu cuerpo prohibido… Y tus palabras intensas…. No sé por qué borré tus correos, porque fueron lo mejor que alguien me escribió. Me cago de risa de como planeaba desesperadamente regresar a la Argentina y terminar mi carrera allí. Sin embargo, es cierto lo que dicen. El amor a distancia no funciona… De todas maneras, aún tengo tu carta, la única prueba tangible de este amor platónico y clandestino. A ella le digo que aún tenemos asuntos pendientes.

(…)

A ella. Mi mejor conquista, porque fue una conquista. A ella no le dije una palabra, no estábamos borrachos y me secuestró a una carpa de playa. En medio de nuestra lucha contra el espacio reducido me preguntaste si te iba a llamar al día siguiente. ¿¿¿¿Qué clase de pregunta es esa???? Y luego se quejan de que los hombres son aprovechados. No importa, la pasamos más que bien. No pude llamarte porque eras amiga de una amiga con la que yo tenía una historia (que áun no contaré) y que nos armó un escándalo cuando se enteró. Un par de meses después fuiste elegida Miss Perú Mundo y yo sonreí para adentro. Qué rico!!! A ella.

(…)

A ella. Una de las más inteligentes que he conocido. Y definitivamente una de las más locas. Tú me gustabas mucho, pero presionabas bastante y eso no va conmigo. A ella, la que no sabía que era tan linda. A ella, la flaquita de pelo rojo así como el foco de su cuarto… A ella, la chica de los contrastes. La tímida que le encantaba morder y que mordía fuerte. A ella, la que esconde detrás de una vestimenta extraña un alma pura y simple. A ella, a la que cada día veo más contenta y realizada.

(…)

A ella. Una de mis mejores amigas. Con ella si pasamos todo. Con ella nos conocíamos a la perfección. Ella sabía mis huevadas y yo las suyas. Pero en estos casos siempre pica el bicho de la curiosidad… ¿Y cómo sería con ella?, nos preguntamos todos. Bueno, con ella no funcionó. No solo no funcionó, sino que le hicimos daño a la amistad que teníamos. Fue una pendejada rica, pero bastante tonta. El tiempo curó las heridas y solo nos acordamos de nuestro estúpido chofer. A ella, que ahora vive en París y a la que extraño un culo.

(…)

A ella. La que nunca atracó. NUNCA!!! A ti que estabas riquísima y que me calentabas bastante. La que quería el carro, la plata y la buena profesión. La que me hizo comprender de que no solo con voluntad se logran las cosas y que hay otros factores que importan para ellas. A ella, que es una nena... una niñita engreída. A ella, de la que terminé siendo su “mejor amigo”. Maldición!!! A ella.

(…)

A ella. La despechada. Ella sí que me sorprendió. En todo sentido. Porque sabías perfectamente quien era yo y con una mirada maliciosa me sedujiste hacia un sótano clandestino. Estabas molesta con el amor y eso era obvio. Después de una noche bastante torpe pasamos una mañana increíble que me dejó pensando días de días. Poco a poco me fui dando cuenta de tu obsesión por explicarlo todo, de tus otras miradas (las inocentes), de como te habían roto el corazón... Y lo entendí mejor. Fui usado por primera vez y me gustó. No voy a olvidar eso. A ella, la que quiere controlar todas las situaciones, incluso al amor.

(…)

A ella. Como me voy a olvidar de ella. La que me raspó el corazón. A ella, a la que quise secuestrar en una noche barranquina. A ella, la que despertó a mis ángeles y demonios. A la que le he dicho todo y por la que hecho cosas que nunca hice por nadie. A ella, la que me desarma y me desconoce. A ella, la que me regala su única sonrisa y le da sentido a la poesía. A ella, la fotógrafa. A ella, mi cómplice. A ella, mi linda bailarina. A ella, el cielo. A ella, la seductora. A ella, la confundida. A ella, la que fue descubierta. A ella, la que se escapa. A ella, la causante de todo esto. A ella, la inalcanzable mujer.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Un par de Reglas


Solo un par de normas de conducta para digerir bien los textos:
  1. No están permitidos los comentarios públicos porque no les encuentro utilidad alguna. Si quieren decirme algo, a mi correo o en mi cara.
  2. Finalmente, apaguen sus televisores y háganle un bien a su mente.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Yo no quiero volverme tan Loco



"Yo no quiero volverme tan Loco", es una canción de Charly García que me erizaba la piel hace 5 años. En ese entonces yo era un idealista pelucón que creía que esa canción celebraba la alegría y en general la plenitud de la vida. En parte era cierto, pero también aún me faltaba mucho por entender. Ocurre que cuando eres "chibolo" piensas que puedes alcanzar, que puedes abarcar todo. Hablas con muchísima soltura sobre diferentes temas, de los que no conoces más que la superficie, tan solo unos indicios. Así vas creciendo, vas cometiendo errores y otra gente los comete contigo. Vas conociendo otras personas, otras culturas, otros ámbitos. Vas tocando, viendo, cambiando bastante. Lo que pasa con la mayoría de personas es que su mundo empieza a cerrarse, a limitarse y te vuelves más selectivo. Vas enfocando mejor tu atención y por lo tanto conoces más a profundidad acerca de ciertas cosas, así como también encontrándoles una función y un sentido. De esta manera empiezas a trazar y definir tu camino. Bueno, a mí eso no me pasó. Yo traté de asimilar todas mis experiencias a través de un lente idealista y absoluto. Todas las aquellas personas que conocí, aquellos lugares que visité y aquellas instuticiones por las que me paseé fueron vistas de ese modo. Las cosas no calzaban y me empecé a cuestionar. No entendía por qué las revoluciones fracasaron en todo el mundo, por qué existía la miseria, por qué la indiferencia, el sufrimiento, el egoísmo, la negligencia, el abuso, el racismo, la ignorancia y la injusticia. Por qué estaba todo mal y nadie movía un dedo por cambiar. Era cierto. TODO era una mentira. Pues cualquier conclusión que yo sacara quería aplicarla a toda persona, en cualquier momento y de manera permanente. Quería TODA la verdad, en TODO momento. La presión por respuestas era enorme y lo único que veía era negro. Esta intolerancia ante la diferencia me hizo experimentar serios episodios de paranoia, depresión y soledad. Es curioso, pero no recuerdo el día, ni las circunstancias, lo cierto es que repentinamente se me vinieron a la mente las empanadas, el cielo, el Pato Donald, los abrazos, los árboles, los volantines, las violetas, los besos, los amigos, los cambios, las lágrimas, Proust y Van Gogh, los sacos y las corbatas, las miradas, la crema de afeitar, las tortugas, la Coca Cola, los chanchitos de tierra, las sonrisas, los botones, el vino, la luna, las almohadas, las manos y el cine. Todo un torbellino de cosas simples que disfrutaba, que me encantaban y que integraban ese mundo que aborrecía y del que me sentía tan lejano. Ahí entendí que intentar encontrarle un sentido a TODO me llevaría a la confusión, a la frustración y finalmente a la locura. También entendí que soy tan solo una PARTE del mundo y como PARTE de él tengo una visión parcial de éste. Una visión que definitivamente nunca podría abarcar TODO, pero que sí puede expresarse y hacerse entender de manera clara y sincera. Pienso que es esa toma de conciencia lo que me anima a reabrir este blog. Sé que tengo mucho que decir y que no quiero perderme más en mi floro. Ya no quiero comprender todo y volverme tan loco. Hoy al único que quiero comprender es a mí. Y eso es TODO.